La lanza
Cual viento que recorre la pradera
galopa con su loco frenesí,
gozando de la carga que transporta
abrazada a su lomo carmesí.
Sus pezuñas resuenan como el trueno
embriagado sintiendo sobre sí
las caricias que leves van dejando
diez dedos con aroma de alhelí.
Y relincha y patea con cabriolas
pretendiendo hacer suyo sin herir
ese cuerpo hechicero que cabalga
tras el asta que jamás lo puede hendir
¡Es locura, pasión y desvarío
que siente el unicornio! ¡Es sinvivir,
sabiendo que por más raudo que corra
a la dama jamás podrá rendir…!
¡Y muere al conocer que la doncella
de tierno cuerpo blanco de marfil
jamás será gozada por su lanza,
pues vuela eternamente tras de sí!
© Antonio Pardal Rivas
28-5-10