Al alba despierto buscándote a ti,
que plácida duermes tranquila en el lecho
y suave acaricio tu divino pecho
que guardas, oculto, sólo para mí.
Cuando abres tus ojos y dulce me besas,
me embrujas con sueños de tiernos amores
que saben a miel y huelen a flores,
quemando mi alma como mil pavesas.
La luz hechicera que el alba produce
me impulsa a abrazarte, divina mujer,
gozando en mi boca la miel de tus besos.
Es ese, lo juro, el momento más dulce.
Cuando tu hermosura vuelvo a poseer
y siento tus labios de mis labios presos.
¿Amor?
¿Tú me hablas de amor, mujer bella…?
¿Tú te precias de saber que es eso…?
¡Si no sabes sentir ese dulce embeleso…!
¡Ay amiga, que pena me das!
¡El amor no es eso que tú vas cantando!
El amor es más, ¡mucho más!
¡El amor es dar sin pedir nada a cambio!
El amor es rosa que da su fragancia,
a larga distancia.
El amor es querer lo mejor para el otro
con toda tu alma…
El amor es entrega, es ofrenda, es dulzura.
El amor es ternura.
Es saber que el amado
no se siente jamás olvidado…
Eso y más es amor, vida mía:
es pensar cada día
cómo hacer más feliz a otro ser,
olvidando tus propios deseos.
Es gozar de ese dulce aleteo
de calmar su sed.
El amor es constancia,
enemigo de toda arrogancia,
es humilde, callado, silente,
y de toda maldad es carente.
El amor nunca busca el bien propio,
su mayor alegría
es vivir cada día
la dicha del otro.
El que ama dedica su vida
no a sentirse feliz; solo ansía
buscar la senda escondida
de cuidar a su amor, sin falsía.
Tú, mi dulce y preciosa azucena,
te la das de buena,
y vas pregonando a quien quiere oirte
los amores que nunca sentiste.
Pero te equivocas, mujercita hermosa,
¡¡Tú estas hecha para ser querida,
mas siempre haces daño, orgullosa,
y dejas abierta una herida…!!